En primer lugar, la FVF (Federación Venezolana de Fútbol) tiene un nuevo nombre en su radar. Se trata de Daniel Maldini, volante ofensivo del Atalanta, que a sus 23 años también despierta el interés de la selección absoluta de Italia.
Aunque la FVF mantiene su intención de repatriarlo, el jugador podría ser convocado por Luciano Spalletti para disputar la próxima UEFA Nations League. Daniel es hijo de Adriana Fossa, modelo venezolana, y de Paolo Maldini, uno de los defensores más icónicos del fútbol italiano.
Su vínculo con la Vinotinto viene por parte materna. Sin embargo, el propio jugador ha manifestado su deseo de seguir los pasos de su padre y representar a la Azzurra. A pesar de eso, la FVF no baja los brazos. El caso de Daniel Maldini no sería único.
En los últimos tiempos, la federación ha logrado incorporar a talentos nacidos en el extranjero, como Daniele Quieto, Lorenzo D’Agostini y Alessandro Milani —todos italianos de nacimiento pero con raíces venezolanas.
Esta estrategia forma parte de un plan a largo plazo para fortalecer tanto las categorías juveniles como la selección mayor. Con más jugadores activos en el fútbol europeo, el objetivo es elevar el nivel técnico y la competitividad internacional de la Vinotinto.
Una apuesta ambiciosa y una carrera contra el tiempo
El caso de Daniel Maldini, sin embargo, luce más complicado. Ya ha vestido la camiseta de las selecciones menores de Italia y es habitual en la Serie A. Su estilo de juego gusta al cuerpo técnico italiano, y su nombre suena entre los posibles convocados para torneos oficiales.
Para Venezuela, una convocatoria oficial con Italia significaría el cierre de una puerta. Las reglas de FIFA no permiten cambios de selección una vez que un jugador ha participado en partidos oficiales de mayores. Por eso, la FVF acelera contactos y le presenta a Daniel un proyecto atractivo y serio.
Al final, será una decisión personal. Entre continuar la tradición familiar con la Azzurra o iniciar su propio camino con la Vinotinto, el futuro de Daniel Maldini aún está por definirse. Desde Venezuela, la ilusión sigue viva.